¿Cómo puedo liberar mis emociones en el proceso de cáncer?

“Lo que rechazas te somete, lo que aceptas te transforma.”

Carl Jung.

Es común que al hablar de una enfermedad como el cáncer nos concentremos primero en conocer la forma en que ésta puede llegar a afectar la dimensión física de la persona, es decir, si afectará los órganos, el movimiento, la funcionalidad.

Realizamos preguntas como qué podrá comer, si puede movilizarse y qué tipo de tratamientos son mejores para su cuidado. Sin embargo, existe un nivel de afectación un poco más profundo del que aún nos cuesta mucho hablar, y es el efecto en la salud psicológica.

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Conversar sobre el impacto emocional que esta enfermedad puede generar en otras personas puede hasta resultarnos sencillo, pero cuando la enfermedad nos afecta a nosotros mismos o a personas que amamos, el tema resulta complejo de enfrentar.

Para nadie es un secreto que un diagnóstico de este tipo generará una montaña rusa de emociones: miedo, amor, tristeza, agradecimiento, enojo, alivio, angustia, confusión, entre muchas otras.

Estamos muy acostumbrados a manifestar con comodidad emociones agradables, pero aquellas que son desagradables, que duelen, solemos rechazarlas. Este rechazo podemos verlo cuando ocultamos las emociones como si nada estuviera pasando, cuando evitamos totalmente el tema, cuando solo nos permitimos “mantenernos positivos” e incluso cuando nos aislamos porque creemos que eso nos permitirá “mantenernos fuertes”.

Existe una razón evidente para resistirnos a sentir esas emociones dolorosas, como seres humanos evitamos el dolor de forma instintiva; pero parte del desarrollo de nuestra inteligencia emocional es comprender que estas emociones sí pueden tener cabida en nuestro proceso de enfermedad.

Experimentar emociones no es opcional. Si no aprendemos a encausarlas adecuadamente pueden llevarnos a complicaciones como irritabilidad, fatiga, problemas musculares, inflamaciones y hasta conductas de riesgo como el consumo de algunas sustancias. Todo esto podría llegar a empeorar la situación.

Para poder conectar con esas emociones de una forma saludable quisiera compartirles tres pasos que ayudarán a irlas enfrentando poco a poco:

  1. Identificar: Comenzar por hacer consciente las emociones sentidas e incluso analizar cuáles son más predominantes. Aquí les ponemos nombre como impotencia, frustración o desánimo.
  2. Reconocer: No basta solo con nombrar las emociones, aceptar y reconocer que son válidas será fundamental. Es algo así como aceptar que está bien que tengamos emociones dolorosas y que muchas personas podrían llegar a sentirse así si vivieran lo mismo. Es ser amables con nosotros mismos sabiendo que es normal no siempre sentirnos bien.
  1. Auto-regular: Una vez que aceptamos esas emociones podemos tratar de canalizarlas. Importante: No todas las personas procesan sus emociones de la misma manera, sin embargo, todos las necesitan procesar. Aquí hay algunos ejemplos de maneras en las que se puede encausar las emociones de formas adecuadas:
  • Hablarlo con otras personas: con seres queridos, en grupos de apoyo, en terapia psicológica.
  • Escribir sobre ellas.
  • Llorar o reír.
  • Realizar ejercicios de respiración.
  • Expresarlas mediante el arte como la pintura, la escultura o la música, algunas personas escriben historias o cuentos.
  • Conectar con las sensaciones corporales que las emociones producen en nuestro cuerpo: calor en el pecho, vacío en el estómago, nudo en la garganta.
  • Practicar ejercicios de mindfulness, meditación u oración.
  • Procurar espacios agradables de cuidado personal.
  • Escuchar a personas con perspectivas diferentes.

No hay una receta ideal para que todas las personas procesen sus emociones. Cada persona tiene la responsabilidad de ir buscando las formas que más le funcionan. Si este proceso resulta muy doloroso y es difícil sentir estas emociones, contactar a profesionales de psicología puede ser la opción para comenzar a llevarlo mejor.

Dejar salir el dolor emocional permitirá abrir el espacio para que otras emociones agradables puedan surgir también. Espero que esta sea una invitación para comprender que el malestar emocional es parte de nuestra vida, por lo que el ser capaces de conectar con esas emociones nos hará más resilientes.

Elaborado por:

Licda. Sofía Valerio Peña